Prohibido - Tabitha Suzuma

Sinopsis:

«No podemos, si empezamos, ¿cómo vamos a pararlo?»

Lochan y Maya de diecisiete años, siempre se han sentido más amigos que hermanos. Ante la incapacidad de una madre alcohólica y la ausencia de un padre que los abandonó, deben hacerse cargo de sus hermanos menores y esconder su situación a los servicios sociales. Esa responsabilidad les ha unido, tanto, que se han enamorado. Saben que su relación está mal y que no puede continuar, pero al mismo tiempo no pueden controlar sus emociones y la atracción les domina. Su amor es un amor prohibido, y si alguien descubre su secreto, no habrá un final feliz para ellos.

Valoración personal:

"- Una vez que das el primer paso, el segundo es mucho más fácil de dar. ¿Sabes quién dijo eso por primera vez?

- Ni idea. ¿Martin Luther King?

- Tú, Lochie. Cuando me enseñaste a nadar."

Ay, amigus lectores, hoy os traigo una reseña de un libro de los de llorar. Y es que es triste, triste, triste, tan triste que para mi depresión post-vacacional ha venido de perilla. Este libro terminé de leérmelo ayer - en una sola noche, debería añadir -, pero me vi en la obligación de esperar un día antes de hacer la reseña por el tema de analizar los acontecimientos y eso. Si la habéis leído, sabréis a lo que me refiero. Si no la habéis leído, coged los pañuelos, amados seguidores, y poneros en la cola del infierno. 

Se me partía el alma leer cómo la madre de los críos los ignora y está más pendiente de su nueva conquista que de sus propios hijos, a pesar de que asuntos sociales andan con el ojo encima de ellos. Luego pude observar cómo se reflejaba este trato - que digan lo que digan es maltrato - en los niños. Los más pequeños, están malcriados. Tienen a Lochan y a Maya, sus hermanos mayores de 16 y 17 años, como sus referentes paternos y convivir en un ambiente de cinco menores de edad sin ningún adulto responsable - a ojos de la ley - es muy traumático. Luego está Kit, un adolescente rebelde y porreta que hace lo posible por hacerle la vida imposible a su hermano mayor, Lochan, indignado por no poder ser él el "cabeza de la familia".

"Estamos unidos en una existencia que sólo nosotros podríamos comprender."

Y luego, los protagonistas. Ambos, desde los 12 años, se han visto obligados a tirar de la casa para que no los separe el Gobierno. Ello ha conllevado la pérdida de la adolescencia. Y, en el caso de Lochan, un aislamiento y unos problemas mentales que no ha sido capaz, desgraciadamente, de superarlos.

El comienzo de la relación amorosa entre los hermanos mayores sucedió mucho antes del hilo de la historia narrada, y es que durante toda sus vidas, solamente se han tenido el uno al otro para superar los obstáculos. Y eso, claro, ha creado vínculos emocionales más allá de los fraternales. Lo cual me lleva a preguntarme numerosas veces durante la lectura: ¿lo que hay entre ellos es amor o falta de cariño? Desgraciadamente, con el apoteósico final de la novela, he descubierto que ambas cosas.

"Pero me gusta la sensación de tenerla cerca: es un recordatorio de que aquellos momentos felices no son tan solo producto de mi imaginación."

Mientras que Maya vive en su mundo de paz y amor, Lochan sobrevive en un continuo estrés que supone mantener a los niños, levantarlos, llevarlos al colegio, preparar las comidas, entretenerlos, y, además, continuar con sus estudios. Ambos se complementan y la imagen del otro representa su necesitada razón de existencia.

La novela emociona de principio a fin. Me imaginaba que tendría un final feliz, en plan que se mudarían o algo y tendrían hijos sin ser señalados por nadie ni por la dichosa ley que prohíbe el incesto. Pero ay, ilusa de mí, ¡cuán equivocada estaba!

"Durante el último año ha pasado de ser simplemente bonita a convertirse en hermosa, de una forma inusual, delicada y desconcertante."

Ha sido una lectura apasionante, apabullante y llena de vitalidad. La lucha por el amor siempre va a ser eterna.