<<Esta frase está grabada a fuego en el corazón de toda austeniana. Y si no la habéis leído y no sabéis de qué hablo, es que necesitáis leer más de lo que pensabais a Jane Austen. Aunque en realidad, creo que todo el mundo necesita siempre releerla una y otra vez. Jamás te cansarás de ello.
No recuerdo hace cuánto tiempo leí mi primer libro de Jane Austen. Creo que no había cumplido los veinte cuando, al hacer una de mis incursiones en una de las librerías de Salamanca, vi una edición bastante cutre de Orgullo y Prejuicio a muy buen precio. En cuanto leí esta primera línea, no me preguntéis por qué, supe que amaría a Jane Austen el resto de mi vida. Empezar de forma tan irónica un libro de romance en aquella época me ganó por completo: los paisajes, la inteligencia de Lizzy Bennet, las costumbres de la época, los diálogos ingeniosos y ese Mr. Darcy que no se ha ido de mi mente jamás. De hecho, en la primera saga que escribí, What if, hago referencia a este libro de principio a fin; su protagonista incluso compara al hombre de la historia con Mr. Darcy. Y es que creo que desde entonces, muchas de las historias que se han escrito sobre amor, tienen algo de esta obra de Jane Austen en concreto. Si hacéis un repaso a la literatura romántica general, ¿cuántos protagonistas masculinos son misteriosos y fríos al principio, haciendo que la chica se vuelva loca hasta que comprende sus motivaciones y de repente todo cambie? Yo fui sincera con el lector desde un principio y me di cuenta de que no podría evitar comparar a mi protagonista con Mr. Darcy. Pero creo que es un personaje que nos ha marcado tanto que a veces ni nos damos cuenta de que buscamos ese patrón para enamorarnos incluso en la vida real, y no solamente de un personaje de ficción.
No nos debería extrañar que incluso en cierto momento de nuestra vida, nos oigamos decir no, este chico no es mi Mr. Darcy. La propia Austen reconoció que había creado al hombre perfecto. ¿Cómo conformarse con menos después de eso?
A veces una siente incluso miedo al leer, o releer más bien, a mi querida Jane Austen. ¿Y si cometemos el error de amar tanto a sus personajes masculinos que acabamos encontrando al resto de hombres reales demasiado insulsos? Es un gran riesgo que se corre. Muy grande. Cómo no caer rendida a los pies del ya mencionado Mr.Darcy, o del capitán Wentworth, o incluso del coronel Brandon.
Es una verdad universalmente conocida que Jane Austen deja una huella imborrable en todo aquel que lee cualquiera de sus libros, desde su Juvenilia hasta las más conocidas como Orgullo y Prejuicio o Sentido y Sensibilidad. Se debería saber mucho más de ella, ahondar en cada detalle de sus páginas, en las motivaciones que tuvo para escribir sus libros y, por qué no, saber más de su vida. Porque hay personas que merecen ser inmortales, y una de ellas es sin duda Jane Austen.
No recuerdo hace cuánto tiempo leí mi primer libro de Jane Austen. Creo que no había cumplido los veinte cuando, al hacer una de mis incursiones en una de las librerías de Salamanca, vi una edición bastante cutre de Orgullo y Prejuicio a muy buen precio. En cuanto leí esta primera línea, no me preguntéis por qué, supe que amaría a Jane Austen el resto de mi vida. Empezar de forma tan irónica un libro de romance en aquella época me ganó por completo: los paisajes, la inteligencia de Lizzy Bennet, las costumbres de la época, los diálogos ingeniosos y ese Mr. Darcy que no se ha ido de mi mente jamás. De hecho, en la primera saga que escribí, What if, hago referencia a este libro de principio a fin; su protagonista incluso compara al hombre de la historia con Mr. Darcy. Y es que creo que desde entonces, muchas de las historias que se han escrito sobre amor, tienen algo de esta obra de Jane Austen en concreto. Si hacéis un repaso a la literatura romántica general, ¿cuántos protagonistas masculinos son misteriosos y fríos al principio, haciendo que la chica se vuelva loca hasta que comprende sus motivaciones y de repente todo cambie? Yo fui sincera con el lector desde un principio y me di cuenta de que no podría evitar comparar a mi protagonista con Mr. Darcy. Pero creo que es un personaje que nos ha marcado tanto que a veces ni nos damos cuenta de que buscamos ese patrón para enamorarnos incluso en la vida real, y no solamente de un personaje de ficción.
No nos debería extrañar que incluso en cierto momento de nuestra vida, nos oigamos decir no, este chico no es mi Mr. Darcy. La propia Austen reconoció que había creado al hombre perfecto. ¿Cómo conformarse con menos después de eso?
A veces una siente incluso miedo al leer, o releer más bien, a mi querida Jane Austen. ¿Y si cometemos el error de amar tanto a sus personajes masculinos que acabamos encontrando al resto de hombres reales demasiado insulsos? Es un gran riesgo que se corre. Muy grande. Cómo no caer rendida a los pies del ya mencionado Mr.Darcy, o del capitán Wentworth, o incluso del coronel Brandon.
Es una verdad universalmente conocida que Jane Austen deja una huella imborrable en todo aquel que lee cualquiera de sus libros, desde su Juvenilia hasta las más conocidas como Orgullo y Prejuicio o Sentido y Sensibilidad. Se debería saber mucho más de ella, ahondar en cada detalle de sus páginas, en las motivaciones que tuvo para escribir sus libros y, por qué no, saber más de su vida. Porque hay personas que merecen ser inmortales, y una de ellas es sin duda Jane Austen.
Adriana LS Swift>>
Este es un texto que nos ha enviado la escritora Adriana LS Swift como participación en este especial Jane Austen. Muchas gracias por colaborar.
Leí ese encabeza y no pude ni quise evitar leer el post.
ResponderEliminarLa verdad, no hay nada más que comentar, ese texto explica a la perfección todos los sentimientos que generan los protagonistas masculinos de Austen, al idealizarlos a tal punto que la inevitable comparación con el resto de los mortales corre peligro...
Excelente publicación!!!
Saludos