Título: Pídeme lo que quieras
Autor/a: Megan Maxwell
Año de publicación: 2012
Género: Romántica, Erótica
Valoración sobre 10: 8'5
Introducción a la historia:
Jud es una mujer trabajadora que conoce a su jefazo, Eric, en una situación un poco - mucho - cómica. La atracción es inmediata y, cuando comienzan a conocerse, Eric le confiesa sus extraños juegos sexuales. Se enzarzan así en una apasionante historia de sexo, amor y risas que te hace tambalear.
Opinión personal:
Bueno, bueno, bueno... He vuelto a superarme. En relación al sexo, al erotismo, creía que había leído de todo - sado, tradicional, homosexual, rolles,...-, pero ha sido una intimidante sorpresa darme cuenta que no, que me quedaba algo. Al principio fue un traumita pero al final ha roto mis esquemas más "cerrados", y eso que yo tengo una mente bastante liberal.
Vuelvo a darme cuenta - otra vez - que el placer es muy muy muy relativo y que cada uno disfruta de lo que le da la gana. En este caso, del morbo y de lo prohibido. Y a mí, basta que me digan que algo está prohibido para rebatirlo.
Me ha encantado el aire español que tiene el libro. ¡Ya era hora! Me encanta que Jud le guste las motos y el fútbol, y aún así, la consideren lo suficientemente femenina. Conecto 100% con este personaje en ese aspecto.
Me sigue haciendo gracia que estos dos protagonistas cumplan la ley pelea-sexo-pelea en un tiempo récord.
Al principio, la historia no me gustaba. Y ahora, estoy deseando terminar de escribir esta reseña para comenzar con el segundo. Así que, como comprenderéis, seré breve.
Sobre los personajes:
Jud es, sin duda, el personaje estrella de esta trilogía, y lo será por los siglos de los siglos, amén. Me encanta su humor, su carácter y su bipolaridad en lo que respecta a Eric. Aunque todos somos bipolares en el amor, lo de Judith es extremo.
El personaje de Frida no puede menos que impresionarme. Por el amor de Dios, qué mujer más extraña, en el buen sentido de la palabra. Hoy puede ser tu mejor amiga y mañana puede estar aporreándote.
Por último pero no menos importante, Eric, mi Eric, nuestro Eric. El alemán, el empresario, el dios. El romántico, el borde. El dulce, el salvaje. La cara y la cruz de la misma moneda. Sus acciones, sus palabras no pueden menor que hacerme líquido.
¡Nada más que decir! Me voy a leer.
Enara González Chans
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